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Darwinismo, economía y sociedad. Primera parte.

Según Ashley Montagu, cuya reflexión vamos a seguir aquí, nuestra herencia intelectual en lo referente a la naturaleza de la vida nos viene del siglo XIX y nos dice que la vida es lucha, competencia y supervivencia del más apto. Aunque es cierto que las ideas sociales son determinadas en gran medida por el pensamiento biológico de la época, no lo es menos que las ideas sociales del s. XIX influyeron igualmente en las estructuras de pensamiento de la biología.

Inglaterra fue prontamente atacada por la Revolución Industrial, lo cual hizo a la aristocracia hereditaria lanzarse a los negocios. La mano de obra era barata, y las clases altas debían ocuparse de que continuara siendo así. El hambre, se decía, es una ley de la naturaleza, por lo que siempre habría gente pobre, valiosa como mano de obra. Por otra parte, se justificaba la explotación de niños en las industrial apelando a su pertenencia a una clase inferior.

En Essay on Population, 1798, Malthus quería demostrar que la pobreza y la penuria son inevitables, debido a que la población aumenta geométricamente y los medios de subsistencia aritméticamente. La guerra, el hambre y la enfermedad se convertían así en barreras para el aumento insostenible de la población, aunque, más tarde, Malthus admitió que también influían los “frenos morales”. Toda esta doctrina se adaptaba perfectamente a la filosofía de la economía industrial en pleno surgimiento. Las sólidas conclusiones de Malthus decían que la vida humana consistía en una “lucha por la existencia” constante, en la cual perecían los más débiles. El Essay de Malthus se convirtió en una referencia, tan popular que su lectura en 1838 por parte de Darwin le dio la clave para el principio básico de su teoría, expuesta en The Origin of Species (1859).

A partir de entonces, los biólogos del s. XIX se dedicaron a buscar pruebas para fundamentar la concepción malthusiano-darwinista. Según ésta, “de cada especie nacen más de los que pueden sobrevivir y hay una lucha frecuentemente sostenida por la existencia, por lo que cualquier cambio provechoso para el ser le dará mejores posibilidades de sobrevivir y será naturalmente seleccionado”. Así, todos habían encontrado una teoría con la que orientarse, desde los biólogos hasta los empresarios industriales, pasando también por los filósofos sociales. Del mismo modo, la explotación de los trabajadores y las razas “inferiores” y la expropiación quedaban absolutamente justificados por los dos principios de la selección natural: la “lucha por la existencia” y la “supervivencia del más apto”. El sociólogo ingles Herbert Spencer comenzó a aplicar todo este pensamiento biologicista a la conducta social humana, desarrollando lo que se ha denominado “darwinismo social”, es decir, que la evolución y desarrollo de la vida social se rige por los mismos principios que la biológica.

Toda esta doctrina se ha convertido en parte del imaginario colectivo, el sistema de creencias manifiestas, del actual Occidente. Así, hemos conseguido en Occidente que cada hombre llegue a estar solo, como una “isla completa en sí misma”, dice Ashley Montagu, al convertir la competencia en ley de la vida. Pero esta visión, añade, es peligrosamente falsa, pues motiva un estado de conflicto personal, interpersonal e internacional.

Continuará…

Más info: Qué es el hombre, Ashley Montagu.

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